La gran mentira de las bolsas de plástico ‘biodegradables’ del supermercado

Desde hace unos años, y a raíz de la concienciación por el cuidado del Planeta, pero también por los intereses de sumarse a las etiquetas ‘eco’ o ‘sostenibles’, muchos supermercados están ofreciendo como sus bolsas (en la Unión Europea desde hace unos años de pago) una opción que promete ser una bolsa de plástico de la compra completamente biodegradables, sostenibles y por supuesto reciclables. O al menos eso dicen.

Estas bolsas puede ser de muchas formas y estar realizadas con distintos materiales, pero se puede resumir en estos grupos:

  • Bolsas de plástico biodegradable: son las de un plástico más finito y transparente, a menudo avalada por sellos de calidad ambiental. Están hechas de fécula de maíz o de patata, pero mezcladas también con polietileno u otros plástico en muchos casos. Se supone que se deberían degradar en el medio ambiente de forma natural y más sencilla.
  • Bolsas compostables: hechas de materiales que supuestamente sí que se transforman en compost en unas condiciones concretas, como fécula de distintos tipos también. La pega es que son bastante más caras.
  • Bolsas oxodegradables: Parecidas a las de siempre pero que no son más que bolsas de polietileno pero con aditivos que ayudan a que se deshagan, convirtiéndose en microplásticos en el medio ambiente.

Pues bien, unos investigadores de la Universidad de Plymouth, en el Reino Unido, recogieron tres tipos de bolsas (convencionales, biodegradables y compostable) de los supermercados de su entorno y las han dejado durante tres años en distintas situaciones. Unas las dejaron en el mar, otras enterradas bajo tierra y otras al aire libre.

Tras tres años, las bolsas supuestamente biodegradables estaban igual

El resultado, publicado este mes, es que todas son un completo engaño en materia de sostenibilidad, a excepción si cabe de las compostables.

Las bolsas de plástico biodegradables seguían igual tres años después

La bolsa convencional y la biodegradable seguían siendo perfectamente útiles para realizar la compra tres años después de haber estado enterradas o bajo agua.

«El experimento muestra que el material biodegradable y el convencional persisten y sigue sirviendo tres años después de haber estado bajo el suelo y en agua. La bolsa compostable fue el único material que desapareció por completo en el entorno marino al cabo de tres meses, pero se mantuvo intacto en tierra», dicen en su estudio.

Los investigadores que han promovido el experimento, Imogen Napper y Richard Thomson, creen que el uso de estos materiales puede ser perjudicial, no solo porque no se degraden como prometen sus mensajes, sino porque pueden contribuir a que nos sintamos que estamos haciendo algo ‘sostenible’ usándolos sin que en realidad lo sea.

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Un ejemplo. Si una bolsa biodegradable está hecha de fécula de patata y de plásticos, su proceso de reciclaje será mucho más complejo, mientras que si nos tomamos la libertad de tirarla creyendo que es ‘eco’, acabaremos dejando unos restos de microplásticos a la larga y de bolsas intactas en el medio plazo que pueden dañar a la fauna marina.

La única solución, por lo tanto, es acudir con tu bolsa de tela, rafia o carrito al mercado. Y no hay más.

Imagen destacada vía Universidad de Plymouth

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