La verdadera historia y el origen de Greenpeace que acabó con sus fundadores separados

Greenpeace es hoy la mayor ONG ecologista del mundo. Tienen más de 3,2 millones de socios y sus campañas en defensa del medio ambiente y los animales han sido realmente valiosas. Las personas que forman la organización no ha tenido problemas en interponer sus pequeñas lanchas frente a buques balleneros, arriesgando su vida para proteger a los cetáceos, o han capitalizado la visibilización del cambio climático a nivel internacional.

Se puede decir que de ellos que son uno de los grandes héroes de la conservación del Planeta, aunque a veces también se les critique por mantener posturas muy sesgadas en torno a debates científicos como el uso de los alimentos transgénicos, los cuales repudian con energía, a pesar de que haya multitud de estudios que aseguren que son inocuos para la salud y que podrían ayudar a combatir el hambre en el mundo. Pero ese debate es otra historia con muchos matices en la que no vamos a entrar hoy.

De lo que no queda ninguna duda es que su historia y sobre todo sus orígenes son realmente fascinantes. Greenpeace se fundó en 1971 en Vancouver (Canadá) por un grupo de jóvenes que bebían del movimiento hippie y pacifista y que quisieron cambiar del mundo.

Dos de los fundadores de Greenpeace acabaron tomando caminos distintos: uno fundó su propia organización y otro acabó incluso negando el cambio climático

Un grupo de jóvenes de los cuales surgieron muchas de las voces más inspiradoras en la defensa del medio ambiente, pero que también tuvieron rencillas entre ellos incluso hasta el punto de llegar a posturas completamente enfrentadas. Tanto, que uno de sus miembros fundadores acabó siendo llamado por muchos ‘El Judas del Ecologismo’. Esta es la verdadera historia de Greenpeace.

De luchar contra las pruebas atómicas a la protección de las ballenas

Como decimos, Greenpeace nació en 1971 fruto de una plataforma conocida inicialmente como Don’t Make a Wave Committee (Comité No Provoques una Ola), preocupado por el uso de las bombas y las pruebas atómicas. Era la época del movimiento hippie y pacifista, del que surgieron sus formadores pioneros.

Greenpeace cita hoy oficialmente como creadores de la organización a Dorothy e Irving Stowe, Marie y Jim Bohlen, Ben y Dorothy Metcalfe y Bob y Zoe Hunter y Paul Cote: un grupo de científicos, activistas y periodistas. Sin embargo, de ellos hay que destacar principalmente la figura de Robert ‘Bob’ Hunter, un periodista muy activo que se convirtió en su rostro visible, presidente y una de las voces más potentes de la historia del ecologismo.

La primera acción de este grupo se focalizó en intentar detener una pruebas nucleares que Estados Unidos quería llevar a cabo en el archipiélago de Amchitka (Alaska). Recaudando unos pocos fondos y mucha valentía, consiguieron fletar un pequeño barco con una exigua tripulación. En ese momento comenzaron a  encontrar su propósito: no solo querían reivindicar la paz y el cese de la actividad nuclear, si no que querían una ‘Paz Verde’ que protegiera los muchos animales que iban a morir por las pruebas en Amchitka. En la vela de ese barco dibujaron el logo y el nombre de ‘Greenpeace’.

Greenpeace unió en sus orígenes el movimiento pacifista y antinuclear con la defensa de las ballenas y el medio ambiente

El pequeño barco no logró su objetivo directo. Acabaron siendo interceptados y Estados Unidos realizó sus pruebas nucleares sin pudor, pero sí que consiguieron algo vital: plantar la semilla en la mente de la gente de que había que luchar por el medio ambiente. La historia del pequeño barco canadiense fue retransmitida por radio, convirtiéndose en viral antes de la época de los virales, y logrando que sus campañas a partir de entonces consiguieran mucho más apoyo. Años después, Estados Unidos acabaría dejando a un lado las pruebas atómicas y declarando Amchitka como reserva natural.

Esta historia primigenia se cuenta en el documental de 2016 Cómo cambiar el mundo, disponible ahora en Netflix. En él se narra además que este primer barco de Greenpeace hizo un parón fortuito en una antigua aldea dedicada a la caza de ballenas, y donde las imágenes de los cuerpos de los cetáceos descuartizados, resonó en la cabeza de Hunter. La siguiente gran campaña de Greenpeace sería ya en contra de la flotas balleneras que cazaban sin respetar ninguna cuota de pesca.

Bob Hunter (el ideólogo), Paul Watson (el activista feroz) y Patrick Moore (El ‘Judas’ del ecologismo)

Pero el origen de Greenpeace como decimos se narra con tres nombres propios. A Hunter, se le sumaron en sus primeras aventuras Paul Watson, entonces un veinteañero metido a marinero que comenzaría a desarrollar una implicación por la defensa de los animales marinos muy férrea; y Patrick Moore, ecólogo de formación que acabaría abandonando la organización y que hoy es conocido por ser un lobista nuclear e incluso llegar a negar el cambio climático.

Patrick Moore, Bob Hunter y Paul Watson.
De izquierda a derecha: Patrick Moore, Bob Hunter y Paul Watson. Vía Greenpeace/ Wikimedia Commons

¿Pero cómo tres personas que se embarcaron en defender a las ballenas acabaron separados y uno de ellos con posturas tan enfrentadas? Tras comenzar sus campañas contra los balleneros, especialmente los rusos, la imagen de Greenpeace siguió creciendo. Las imágenes icónicas de pequeños barcos contra los grandes pesqueros eran portada de muchos telediarios. En Greenpeace quedó desde siempre claro que sus acciones debían grabarse y documentarse en vídeo para conseguir repercusión.

Tras defender a las ballenas, Watson quiso iniciar una campaña por su cuenta contra la caza de focas en Canadá por su piel. Ahí comenzaron los problemas. Watson tuvo la idea de tintar la piel de las crías, de color blanco y las más perseguidas, con un colorante verde que aunque no las dañaba, hacía que perdieran el interés de los cazadores.

La campaña se topó de lleno con los cazadores de la zona, gente que vivía en una economía deprimida y cuyo único sustento era la caza. A pesar de que las crueles imágenes en las que se veía cómo arrancaban la piel a las crías aún vivas volvieron a recorrer el mundo, e incluso recibieron el apoyo de la actriz Brigitte Bardot, Greenpeace acabó retirando a Watson de la campaña y llegando a un acuerdo con los cazadores.

Watson y Hunter en la campaña por las focas.
Watson y Hunter en la campaña por las focas. Vía Greenpeace

Watson intentó seguir con sus intentos, no comprendía a sus compañeros, y pronto inició acciones que le generaron problemas legales. Finalmente Greenpeace, en una acción promovida por Patrick Moore, y apoyada aunque no sin lamento por Hunter, acabó expulsando a Watson de la organización. Era el año 1977. Unos meses después, Hunter, cabizbajo por lo que estaba pasando, decidió dar un paso al lado y ceder la presidencia de Greenpeace a  Patrick Moore.

La creación de Greenpeace International

Moore heredó una organización endeudada. Greenpeace había permitido que en todas las ciudades se crearan oficinas sin pedir ningún consentimiento. Paradójicamente, la oficina de Vancouver, la original, tenía una gran deuda, mientras otras funcionaban mucho mejor.

Así la cosas, Moore decidió centralizar todo, cobrar por el uso del nombre y formar una estructura económica. El movimiento ya no era libre, pero sí más organizado, para lo bueno y para lo malo. Greenpeace siguió creciendo, pero en 1985 Hunter y otros miembros decidieron que era el momento de para los pies a Moore, con quien no compartían una visión tan utilitarista de la organización.

El mecanismo para hacerlo fue crear Greenpeace International, haciendo sedes distintas y dando a Moore el mando en Canadá. Pasados unos años, y con la vuelta al activismo de la mano de Hunter, Moore acabó saliendo de la organización por diferencias políticas, según él mismo explicó.

Moore es ahora un negacionista del cambio climático, Watson tiene su propia organización

Watson y Moore en la actualidad.
Watson y Moore en la actualidad. Vía Twitter

Cuesta pensar cómo Moore acabó convirtiéndose en lo que llaman un ‘Judas del Ecologismo’. Tras dejar la organización, se fue separando hasta llegar a declarar que «el hombre no tiene culpa de cambio climático». También ha defendido el uso del glifosato, ha criticado a Greenpeace en infinidad de cosas, e incluso ha actuado como lobby de la energía nuclear. Su pensamiento fue cambiando con los años, hasta convertirse en la antítesis de lo que es hoy en día Greenpeace y desde luego nada parecido a un ecologista.

Watson por su parte formó su propia organización: Sea Shepherd Conservation Society, un grupo cuyo logo está compuesto por una calavera pirata y que se dedica a combatir la caza de especies marinas con todos sus medios, incluso violentos.

Bob Hunter, por su parte, falleció en 2005 a causa de una larga enfermedad tras volver al reporterismo y la divulgación ecologista que realizó en sus inicios.

La historia de Greenpeace, como vemos, da para una serie. Es fascinante, llena de giros de guion, con sus luces y sus sombras, pero eso no debe desmerecer la actuación de una ONG que aunque recibe críticas, también ha disparado la concienciación por la defensa de la naturaleza y los animales.

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